miércoles, 22 de julio de 2009

Te prometo...

En la profundidad de tu blanca esencia me encuentro pérdida, buscando un norte, una guía. En mis manos, una brújula vieja y descompuesta, que se burla de mí, esquivando mis plegarias, señalando errados horizontes que trato de seguir, pero se convierten en engañadores laberintos, que terminan al borde de empinados abismos o sencillamente frente al rostro sarcástico del silencio. No sé donde recomenzar, y las palabras, donde están?

Una hoja seca, me recuerda un otoño pasado, unos días anaranjados y rojizos, que me regalaron instantes de inspiración perfectos, y quisiera retroceder ese reloj que cuelga frente a mí, y me mira con cara de decepción y negación, imposible tarea para un pobre reloj que aduras penas marca que hoy a las once de la noche ya casi no le queda vida.

Retroceder el tiempo, utopía inmutable que recorre mis venas por epocas, quisiera poder acariciar ese otoño madrileño de hace años, ese invierno que congelo mi corazón, coagulando mi sangre, logrando que el espeso liquido que corría por mis venas, se sintiera tanto que dolía de emociones atrapadas, felicidad, ansiedad, tristeza, nostalgia, esperanza, ilusiones, miedo, valentía, todas juntas aglomeradas en mis venas y saliendo en forma de prosa, verso, letras, poemas y monólogos escritos en dislocados tiempos, sin reglas, sin estilo, solo letras desabrigadas que se refugiaban bajo mis manos.

Retornar el tiempo, no en busca de algo perdido, pero si traspapelado, entre los husos horarios, se fueron esfumando algunas letras, ciertas emociones y porque no, una gran parte de mi corazón, que se quedo plasmado en hojas de papel que hoy repaso, unas tras otras, yacen sosegadas en mis manos que aun tiemblan al sentir el calor de la verdad que desprende cada palabra, cada verso, cada prosa. Y trato de que mis lágrimas no las toquen, no hay reemplazos para estas vivencias, solo copias mías, que atesoro como huérfanos de un pasado que tuve, disfruté y ya no tengo.

Regresar a esas tardes preciosas, paseando por el parque del retiro, y empaparme de las historias que nacen y mueren cada día en su césped, ver bailar a Shakespeare con Ana Bolena, y en un banco, Freud discutiendo con Becquer, Monet inspirado en un lago con flores marchitas que para él, están todas florecidas. Y escuchar esa guitarra andaluza, mientras Sabina canta sus coplas y le hago de coro, porque me las se todas.

No es extrañar el pasado, deseando revivir cada momento, sin dudas lo disfrute plenamente, cada día, cada gota de lluvia, cada copo de nieve, cada hoja que caía a mis pies y recogía, todo eso ya lo viví y aunque pase días similares en un futuro, nunca regresaran esos días, por lo que fue, en esas noches cuando me sentaba con las manos cargadas de inspiración, cuando el teclado me pedía recesos, y hasta el mouse hizo huelgas en ocasiones y más de una vez, la computadora cayó en coma por agotamiento.

Solo eso extraño de aquellos días, y si que fueron buenos, pero la delicia de acariciar el garabatear mis pensamientos y hacer con ellos, cuentos sin sentido, poemas sin rimas y muchas reflexiones.

Hoy siento que he perdido mucho, que he vivido lo que he querido, llorado lo que he sentido y reído de todo, incluso de mí y mis especiales realidades. Y descubro que todavía no te tengo del todo y reconozco como te anhelo, eres la pieza de un rompecabezas que sin ti, no tiene sentido alguno, te necesito como necesito el oxigeno para respirar, el corazón para amar y los ojos para no ver.

Te prometo un futuro nuestro, te pido paciencia y a la vez fortaleza, necesito tenerte en mi vida, que me acojas esos días en los que necesito escribirte en azul o verde, cuando tu presencia se hace tan ineludible que el mundo parece detenerse y pierdo el equilibrio existencial. Te necesito, aquí, ahora y siempre, eres mi motor, eres mi pasado, mi presente y mi futuro. Necesito que me ayudes a organizar una vez más, mi alfabeto.

23 de Julio 2009
12AM
Santo Domingo

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