lunes, 20 de julio de 2009

Soledad Nocturna

Soledad Nocturnapor Gabi O.

El manto negro de la noche, cubriendo con su inmensidad la triste exaltación de miles de vidas, se viste de lentejuelas y me regala la más estoica de las noches. La brisa sopla cansada, y el oxigeno ligeramente comprime mis pulmones y los alimenta. El mundo pareciera estar detenido, un reloj sin cuerda, un corazón sin latidos, un tren sin carga, esta noche de pocas estrellas, de pocas ideas, de poca espera.

Presiento la figura vacilante de la soledad, se va acercando sigilosamente, hasta acariciar, con la poca brisa que hay, mis cabellos, y siento la frialdad de su esencia inmortal, no le temo, tampoco la quiero, pero es parte de una realidad fehaciente que tengo en mis manos, que ciertamente, todos tenemos en nuestras manos, aunque miremos de izquierda a derecha, esquivando su presencia. Hoy la noche la trae de vuelta, aun el cansado viento, no pudo negarse a traerla, y se sienta a mi lado, demasiado cerca, me muevo, pero regresa.

Y es muda, si, la soledad es muda, pero grita y cuando lo hace, despoja la voz de mi garganta y enerva mis sentidos, su solo contacto, desnivela mi existencia, a veces para arrojarme a la cárcava de la negatividad, donde entre pantanos y monstruos, lagrimas y desesperación, fuego y muerte, me debato en guerra abierta con mi instinto de supervivencia, y logro salir, algunas veces enlodada y cansada, otras, fortalecida y hasta agradecida.

En otras ocasiones, la soledad sirve de musa para vivir y me eleva tan alto que siento poder tocar los astros, sentir la inmensidad del mundo y reconocer que puedo recorrerlo paso a paso. Sin saber porque, quiero tocar suelos lejanos, apreciar las más osadas experiencias, escribir los más atrevidos versos, despeinarme mientras el viento recobra fuerzas y el mar me incita a ser parte de su cuerpo y tiempo, y a bailar al son de sus olas y llenar de sal esa vida que a veces la soledad llena de su sinsabor.

Y el cielo sigue siendo negro, y manchas de constelaciones van surgiendo y soledad sigue ahí, compañera paciente que a veces atesoro y otras veces, odio. Una relación saludable, a veces inoportuna, pero necesaria, solo en los momentos donde estamos ella y yo, la vida tiene ese sentido personal y nos necesitamos, ella a mí para seguir viviendo y yo a ella para no seguir muriendo.

20 de Julio
12:30 AM
Santo Domingo

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