martes, 4 de agosto de 2009

Corazón prisionero

Corazón prisionero
por Gabi O.
Cruzando husos horarios, sobrepasando las nubes
los fuertes rayos de un sol que ahora está más cerca,
me recuerda la luz y el tiempo, la perdida y el anhelo,
de no sentir como late un corazón sin deseo.

Un horizonte sin línea, enalteciendo el día
una infinidad azul, libre, imperecedera,
sin ataduras, que le impidan ser, sencillamente
el más inmortal de los espacios, el más azul de los cielos.

Blancas y espesas nubes, engalanan la escena
parecen estáticas, pero en movimiento,
creando una ilusión paralizada, ficticia,
son libres, aunque parezcan pintadas en un lienzo.

En lo incorpóreo de este momento, me detengo
Hoy, un corazón de cristal en mi cuello
me recuerda, simplemente eso, no siempre logramos
tener un corazón prisionero, aunque creamos que somos su dueño.

Olvidamos que nuestro corazón, puede estar aquí en el aire,
en lo etéreo del cielo, en lo infinito de este espacio.
Órgano libre, sin ataduras sin restricciones ni estúpidas convicciones
que va y viene, se queda y regresa, Norte, Sur, donde se le antoje

En ocasiones lo perdemos por meses, años,
irónicamente no lo extrañamos, tan egoístas llegamos a ser,
sin percatarnos, de que ha dejado un suplente
un motor automático, insensible, que marca un ritmo complaciente.

Aventurero de instinto, valiente soldado solitario,
que en ocasiones corre detrás de una emoción
nunca regresa solo, graves heridas de batalla lo marcan,
esas que dictan los nuevos acordes de sus latidos.

También puede ser cauto, resguardarse cohibido
muy dentro de este caparazón, que llamamos cuerpo
avisado por el instinto creado por esas marcas de guerra,
percibe la mortalidad de una situación, y decide no enfrentar.

Si, a veces esta en nuestro pecho, otras tantas,
flotando incorpóreamente en el espacio, ansiando
acariciar otras vidas, y en ese vaivén de sus aventuras
a veces no podemos respirar, afligidos al percibir la soledad.

Ahora un cristal pende de mi cuello, recordando a la realidad,
que también tengo un corazón, quizás un poco más bohemio.
le regalo completa libertad, solo le ruego que me envíe telegramas,
saber siempre su paradero, seguirle la pista, para no perderlo.

Sobrevolando Fl
Julio 2009

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