Anoche me desvelé, otra noche mas en la oscuridad cegadora de mi habitación, por un momento pensé que había vuelto a mis tiempos de insomnio, ¿será así? pasaban los segundos quedamente y con el más indiferente estoicismo agujereaban mi paciencia.
Segundo a segundo mis pulmones se llenaban de aire, y mi mente de pensamientos, buenos, malos, bonitos, feos, cálidos, fríos.
Cerré los ojos pero el dios de los sueños, me pidió unas cuantas horas mas, me parece que construía con sus propias manos, momentos perfectos para ser soñados, en un intento por llenar el vacío de mi realidad y regalarme algo bonito en que pensar.
No se cuantas horas pasaron en este estado de levitación mental, de querer saber, de intentar conseguir respuestas, de tapar mis oídos para no escuchar el sonido penetrante, agudo, quejumbroso, de un silencio que amenazaba con hablar y decirme dos verdades.
Pero mi pérdida de sueño, me llevó a varias conclusiones, aunque no se si las dudas pueden ser llamadas conclusiones, de todos modos me da la gana de hacerlo, la palabra duda me tiene cansada, mis conclusiones acertadas o no,
Ser mas fría de lo que soy, aislar mi corazón de sentimientos, de emociones, que puedan en algún momento herirme. Ya no quiero volar tan alto, se lo mucho que duelen esas caídas, cuando el único soporte que tienes, es un corazón hecho añicos en un asfalto hiriente y caliente que consume las gotas de mi sangre como el mas pérfido verdugo;
por eso me separo, corro, huyo, ensordezco; he construido un muro alto, tan alto, que a veces yo misma no me encuentro y he recubierto de ironías, mis lagrimas y mis sonrisas. Prefiero permanecer impávida ante la vida, dejar que pasen los años sin que los tentáculos de ese monstruoso sentimiento que me robo tanto, se acerquen y me vuelvan a hacer daño. Mantenerme suficientemente cerca para saber donde se encuentra, pero suficientemente lejos para perderme en las sombras de la noche, cerrar mis ojos y dormir, aunque no duerma.
Alguna noche del 2005
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