
Esperanza nace de un sentimiento, hija adoptiva de un futuro prometedor y mágico. Es sentir sangre corriendo por las venas, concebir sonrisas autenticas, experimentar un calorcito en el corazón, es verde, naturaleza viva y eterna, es respirar el más puro oxigeno, es sentir como llena de aire los pulmones, devolviéndoles la vida y un ritmo sin anestesia.
Es tocar lo inalcanzable, es ver a través de otros lentes la posibilidad casi fehaciente, de un mañana prometedor, sin miedos, ni testigos, ni recuerdos alcoholizados, ni amarillos quemados.
Es tocar, es sentir, es vivir la materialización simulada de un deseo lejano, que por momentos lo sentimos nuestro. Es recordar sueños pasados, transportándolos a una nueva realidad, exorcizando viejos y sucios lapsos, para permitirles la entrada triunfal a un mañana, que nos asegura ser mucho mejor.
Es fuerza viva en las manos, intentando construir el mejor de los mañanas, es decisión firme en los pies para caminar entre erizos, clavos y cristales rotos, es pasar sobre ellos aunque duela, pasarlos es lo que cuesta.
Es brillo en los ojos, es deseo en los labios, es razón en el corazón y romanticismo en la mente, es un cambio de papeles, sinergia de tiempos, espacios y pasiones. Tiempo perfecto, sublime, optimista… lástima que muere, aunque todos digan que es lo último que se pierde.